Una migración de infraestructura

Una migración de infraestructura

Quizás alguna vez escuchaste la frase "estamos migrando los servidores" y pensaste en cables, computadoras gigantes o simplemente en algo que suena técnico e inalcanzable. No estás solo. Para romper un poco con este misterio, decidí preguntarle a las personas a mi alrededor –gente que no sabe mucho de tecnología– qué se imaginaban cuando oían esto. Las respuestas oscilaron entre “¿mover computadoras?” y “¿es como cambiar una carpeta de lugar?”. Y aunque no estaban tan lejos, lo cierto es que la migración de infraestructura tecnológica tiene más que ver con estrategias, decisiones y un montón de dilemas.

Cuando llegó nuestro turno de enfrentar una migración, nos dimos cuenta de que significaba algo muy particular para nosotros. Somos una organización de la sociedad civil que usa la tecnología con un propósito activista: empoderar, conectar y construir herramientas para la participación ciudadana. Para nosotros, migrar no era solo “mover cosas”, sino garantizar que nuestras herramientas sean seguras, sostenibles y accesibles en un contexto lleno de desafíos únicos.

El proceso de migración de servidores implica trasladar aplicaciones, datos y servicios de un entorno a otro, generalmente para mejorar rendimiento, reducir costos o modernizar infraestructuras. Se inicia con la planificación, identificando dependencias y requisitos. Luego, se realiza una copia de seguridad para proteger los datos. Durante la migración, las aplicaciones y bases de datos se configuran en el nuevo entorno, verificando compatibilidad y funcionalidad. Finalmente, se ejecutan pruebas exhaustivas para garantizar el correcto funcionamiento, seguido de un monitoreo continuo tras la puesta en producción. Este enfoque minimiza interrupciones y asegura una transición fluida.

Los dilemas de migrar como organización activista

Durante este proceso, nos topamos con varias decisiones complicadas, todas con sus pros y contras:

  • Soberanía tecnológica: Soñábamos con usar Arsat, la empresa estatal de telecomunicaciones de Argentina. La idea de apostar por infraestructura soberana nos parecía coherente con nuestros valores. Pero, aunque Arsat nos resultaba atractivo, la burocracia para organizaciones no estatales hacía este camino inviable.

  • Costo y sostenibilidad económica: Teníamos un grant de Azure que nos ayudaba a cubrir algunos gastos, pero no era suficiente. La inflación y la imprevisibilidad económica en Argentina dificultaban mantener un presupuesto estable, así que necesitábamos una solución que equilibrara calidad y precio.

  • Gestión de dominios múltiples: Brindamos soporte a diversas organizaciones, cada una con sus propios dominios y configuraciones. La coordinación y el manejo de estas diferencias puede ser un dolor de cabeza, y queríamos simplificarlo en el proceso de migración.

Lo que mejoramos en el proceso

A pesar de los desafíos, esta migración no solo nos permitió adaptarnos, sino también mejorar. Aquí algunos de los avances que logramos:

  • Utilizamos Terraform para configurar y administrar nuestra infraestructura en Kubernetes, haciendo todo más escalable y ordenado.
  • Actualizamos nuestros archivos docker-compose y los migramos a Helm charts, simplificando la gestión de nuestros contenedores.
  • Optimizamos nuestras automatizaciones con GitHub Actions, haciendo que los procesos sean más rápidos y eficientes. Fue como pasar de un auto viejo a un modelo nuevo y eficiente, ajustado a nuestras necesidades.

Lo que aprendimos

La migración nos dejó lecciones clave:

  • Adaptarse es esencial: La tecnología cambia rápido, y lo que funciona hoy puede no funcionar mañana. Es importante estar abiertos al cambio. Los valores importan: Intentamos priorizar soberanía tecnológica, pero aprendimos que no siempre es posible sin flexibilidad.
  • El trabajo en equipo hace la diferencia: La migración fue una oportunidad para alinear objetivos y sumar esfuerzos, no solo dentro del equipo técnico, sino con las organizaciones a las que apoyamos.
  • En el fondo, migrar servidores fue mucho más que una tarea técnica. Fue un ejercicio de reflexión sobre nuestras prioridades, nuestros recursos y nuestra capacidad de adaptarnos a un entorno desafiante. Una experiencia que, como toda buena aventura, nos hizo crecer.

¿Qué pensarías ahora si alguien te dice “estamos migrando los servidores”? 😉